Allá por diciembre de 1235, se encontraban parte de las huestes del rey Fernando III “El Santo” en Andújar (Jaén). Mientras esperaban refuerzos, un grupo de caballeros salió a explorar los alrededores. Por uno de los caminos divisaron a un grupo de musulmanes a quienes fueron a apresar, pero cuál fue su sorpresa al ver que los andalusies, les andaban buscando pues querían hablar con los cristianos partidarios del Rey Fernando III. Éstos, expresaron el malestar que reinaba en la ciudad de Córdoba por el abuso de sus beligerantes líderes, y el deseo que tanto ellos, como judíos y cristianos, tenían de acabar con esa penosa situación para poder vivir tranquilamente, siendo respetados en sus hogares y con sus creencias. De este grupo obtuvieron una valiosa información: la mayoría de las huestes de la ciudad estaban fuera dirigidas por Aben Hud y las murallas de la parte norte de la Axerquía, de la que otrora había sido capital del Califato, se encontraban en mal estado y muy mal protegidas.
Así, y tras unos preparativos, pusieron rumbo a Córdoba y durante una noche fría y húmeda del mes de enero de 1236, decidieron disponer sus escalas sobre los deteriorados muros de esa parte de la ciudad. De esta forma, Álvaro Colodro y Benito de Baños, usando las destrezas propias de su profesión como almogávares (tropas dedicadas al espionaje y guerrilla), se ataviaron con ropajes de estética musulmana y se dirigieron hacia los soldados que estaban adormecidos hablando un correcto árabe, explicando que eran jefes de inspección para proceder después a cercenar gargantas sin ningún tipo de dilación.
Durante toda esa noche, este grupo de intrépidos cristianos, continuaron luchando hasta llegar a la puerta de Martos (se ubicaba en la Ribera, frente al Molino del mismo nombre) pudiendo abrirla al resto de la caballería gracias a la ayuda de Pedro Ruiz Tafur. Para entonces, los musulmanes habían huido a otra parte de la ciudad, denominada medina, y comenzaron a organizar la defensa.
Los cristianos, jugaban en desventaja al ser menos en número por lo que enviaron emisarios para solicitar la ayuda de su majestad el rey Fernando III quién quedó atónito al conocer la gran hazaña que había realizado el grupo. Desde Benavente, lugar en el que se encontraba en el momento de recibir la noticia, emprendió viaje hacia la anhelada Córdoba.
Tras un asedio que duró meses y haciendo creer a los árabes que las tropas cristianas eran muy numerosas en comparación a las suyas, les fue imposible conseguir la ayuda solicitada a las ciudades limítrofes por lo que rindieron la ciudad y el rey y sus tropas hicieron su entrada triunfal en la ciudad de Córdoba el 29 de junio de 1236.
Ordenó que la cruz y el símbolo de la corona ondearan en la torre de la mezquita aljama de la ciudad para disfrute de los cristianos y desgracia de los musulmanes quienes abandonaron la ciudad pues Córdoba, había caído en manos castellanas.
En 2009 y durante una reforma llevada a cabo en la plaza del Colodro, aparecieron los restos de la puerta del mismo nombre. Fue derribada en 1882 pero los trabajos en el lugar, han conseguido integrar los restos de la puerta y de la muralla adyacente para así poder ser contemplados y recordar que ese fue el lugar elegido por un grupo de intrépidos caballeros para llevar a cabo la conquista de nuestra ciudad, entre los que se encontraban el almogávar Álvaro Colodro, de ahí el nombre del lugar que es parte del actual barrio de Santa Marina.